Existen muchas fórmulas para disponer de liquidez sin necesidad de recurrir directamente a un préstamo. Una de las más versátiles y útiles para empresas y autónomos es la póliza de crédito. Aunque su funcionamiento es relativamente sencillo, es común confundirla con otros productos como los préstamos o líneas de financiación tradicionales. Hoy te contamos todo lo que tienes que saber sobre ella.
¿Qué es una póliza de crédito?
Una póliza de crédito es un contrato mediante el cual una entidad financiera pone a disposición del cliente —ya sea una empresa, un autónomo o, en algunos casos, un particular— una cantidad de dinero máxima que podrá ir utilizando según sus necesidades. A diferencia de un préstamo, no se entrega el total del dinero desde el principio, sino que se puede ir disponiendo del capital conforme se va necesitando, y solo se pagan intereses por las cantidades efectivamente utilizadas.
Este tipo de financiación funciona de manera muy similar a una cuenta corriente con un límite de crédito asociado. El cliente puede ingresar y retirar fondos dentro de ese límite pactado, durante un periodo previamente establecido (normalmente un año, aunque puede renovarse). Durante este tiempo, los intereses se calculan sobre el saldo dispuesto y no sobre el total de la línea de crédito.
La póliza de crédito se formaliza mediante un documento notarial que recoge todas las condiciones del contrato: importe máximo, duración, tipo de interés, comisiones y otras cláusulas. Es una herramienta muy valorada por su flexibilidad, especialmente en contextos donde los ingresos y pagos pueden variar con frecuencia, como es habitual en el ámbito empresarial.

¿Cuándo resulta útil una póliza de crédito?
Las pólizas de crédito son instrumentos financieros muy útiles en determinadas situaciones. Su principal ventaja es que proporcionan liquidez inmediata sin necesidad de justificar cada uso del dinero, lo que permite cubrir imprevistos o desfases temporales de tesorería. A continuación, detallamos algunos de los escenarios más frecuentes en los que una póliza de crédito puede ser la mejor opción:
1. Para empresas con necesidades de tesorería puntuales
Muchas empresas, especialmente las pequeñas y medianas, se enfrentan a picos y valles en su flujo de caja. Por ejemplo, pueden tener que pagar proveedores o sueldos mientras aún no han cobrado a sus clientes. Una póliza de crédito permite disponer de fondos rápidamente para cubrir esos desajustes temporales sin comprometer la estabilidad financiera del negocio.
2. En actividades con estacionalidad
Negocios con ingresos estacionales —como los relacionados con el turismo, el comercio navideño o la agricultura— suelen tener meses con alta actividad y otros con ingresos muy reducidos. En estos casos, la póliza de crédito ofrece una solución para mantener el funcionamiento de la empresa durante los periodos bajos, asegurando el pago de gastos fijos.
3. Para autónomos con ingresos variables
Los trabajadores por cuenta propia, como diseñadores, consultores o profesionales freelance, también pueden beneficiarse de este producto. Cuando los ingresos son irregulares y no siempre se cobra a tiempo, tener una póliza de crédito ayuda a estabilizar la economía personal o del negocio, afrontando gastos esenciales sin estrés financiero.
4. Para aprovechar oportunidades de inversión rápida
En ocasiones, surgen oportunidades de inversión o compra ventajosa que requieren una respuesta rápida. Contar con una póliza de crédito activa puede facilitar el acceso inmediato a los fondos necesarios para aprovechar la ocasión, sin necesidad de tramitar un nuevo préstamo.
Las diferencias entre una póliza de crédito y un préstamo
Aunque a menudo se confunden, una póliza de crédito y un préstamo son dos productos financieros distintos, tanto en su funcionamiento como en su finalidad. Veamos en qué se diferencian:
Naturaleza del producto
- Póliza de crédito. Es una línea de financiación abierta. El cliente puede utilizar el dinero parcialmente y reponerlo según lo necesite.
- Préstamo. Se entrega un importe total desde el inicio y se devuelve en cuotas periódicas fijas o variables.
Pago de intereses
- Póliza de crédito. Solo se pagan intereses por el dinero efectivamente dispuesto, no por el total del crédito concedido.
- Préstamo. Los intereses se calculan sobre el total del dinero prestado desde el primer momento.
Flexibilidad
- Póliza de crédito. Permite hacer uso del dinero de forma flexible, adaptándose a necesidades cambiantes.
- Préstamo. Tiene un calendario de amortización fijado desde el principio, con pagos regulares.
Finalidad
- Póliza de crédito. Ideal para cubrir necesidades de liquidez temporal o recurrente.
- Préstamo. Más adecuado para financiar inversiones concretas o gastos importantes a medio o largo plazo (compra de maquinaria, vehículo, reforma…).
Costes e intereses de las pólizas de crédito
Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta al contratar una póliza de crédito es su coste. Aunque pueda parecer que al no disponer de todo el dinero de una vez se pagará menos, lo cierto es que existen varios tipos de intereses y comisiones asociados a este producto:
Intereses ordinarios
Se aplican sobre el saldo dispuesto, es decir, el dinero que efectivamente ha sido utilizado por el cliente. Este tipo de interés suele ser algo más alto que el de los préstamos, pero se compensa con la flexibilidad del producto.
Intereses de disponibilidad
Algunas entidades cobran una pequeña comisión por el dinero no utilizado de la póliza, como una especie de «tasa de reserva». Este interés de disponibilidad suele oscilar entre el 0,1% y el 0,5% del capital no dispuesto.
Comisiones asociadas
También pueden aplicarse:
- Comisión de apertura: Un porcentaje sobre el importe total de la línea de crédito.
- Comisión de renovación: Si se acuerda prorrogar la póliza una vez vencida.
- Comisión por cancelación anticipada: Si se decide cerrar la póliza antes del plazo acordado.
Es importante leer bien la letra pequeña y solicitar una simulación completa de costes antes de firmar el contrato, para evitar sorpresas y asegurarse de que el producto se ajusta a las necesidades reales.
¿Qué pasa si no puedo pagar una póliza de crédito?
Como cualquier producto financiero, una póliza de crédito implica una serie de responsabilidades. Si el cliente no devuelve el dinero dispuesto dentro del plazo establecido, pueden desencadenarse una serie de consecuencias:
1. Penalizaciones e intereses de demora
Al incumplir el contrato, el banco puede aplicar intereses de demora significativamente más altos que los ordinarios. Además, puede exigir el reembolso inmediato del total del saldo dispuesto.
2. Inclusión en ficheros de morosos
El impago prolongado puede dar lugar a la inclusión del deudor en ficheros de morosidad como ASNEF o Experian, lo cual afectará negativamente a su capacidad para acceder a otros productos financieros en el futuro.
3. Ejecución de garantías
Si la póliza de crédito se formalizó con avales, garantías personales o bienes como respaldo, la entidad financiera podría iniciar un procedimiento judicial para ejecutar dichas garantías y recuperar el importe adeudado.
4. Impacto en la relación con el banco
Un impago puede deteriorar seriamente la relación entre el cliente y la entidad, dificultando futuras negociaciones o solicitudes de productos. La confianza es un factor clave en cualquier relación financiera.
Por eso, antes de contratar una póliza de crédito, es fundamental valorar bien la capacidad real de devolución, prever posibles escenarios adversos y, si es necesario, renegociar condiciones con la entidad bancaria antes de llegar a situaciones extremas.