Ante esta situación surgen las dudas: ¿qué consecuencias tiene? ¿Se considera impago desde el primer día? ¿Hay intereses de demora? Este artículo analiza en detalle qué ocurre cuando te retrasas en el pago de tu hipoteca, cuántos días puedes estar sin pagar, cómo actuar y qué medidas puedes tomar para evitar que un simple retraso acabe convirtiéndose en un problema mayor.
¿Qué pasa si me retraso unos días en el pago de la hipoteca?
Un retraso puntual de unos días en el pago de la hipoteca no implica, de forma inmediata, que el banco inicie un procedimiento de embargo ni que tu historial crediticio quede dañado para siempre. Sin embargo, sí puede tener consecuencias que conviene conocer:
- Intereses de demora: a partir del primer día de retraso, la entidad puede aplicar intereses de demora sobre la cantidad pendiente. El tipo de interés está regulado por ley y no puede superar en más de 3 puntos porcentuales el interés ordinario pactado.
- Comisiones bancarias: algunos contratos incluyen comisiones por reclamación de posiciones deudoras (habitualmente entre 20 y 40 €).
- Notificaciones del banco: si el retraso se prolonga más de unos días, la entidad contactará contigo para recordarte el pago y advertir de las consecuencias.
- Impacto en tu historial crediticio: un retraso aislado de pocos días normalmente no aparece reflejado en ficheros de morosidad. Pero si es recurrente, sí puede acabar registrándose en tu perfil de riesgo.
En definitiva: un retraso breve no supone la pérdida inmediata de tu vivienda, pero sí un coste extra en forma de intereses y comisiones.

¿Cuántos días puedo estar sin pagar la hipoteca?
El margen de tolerancia depende tanto de la legislación vigente como de las condiciones de tu contrato hipotecario.
Retrasos de hasta 15 días
En la mayoría de los casos, si el retraso es de menos de 15 días, la entidad suele limitarse a aplicar los intereses de demora correspondientes y, en algunos casos, una comisión por reclamación.
Retrasos de entre 15 y 30 días
Si pasan más de 15 días sin pagar, el banco insistirá en el cobro y puede empezar a registrar la incidencia en tu perfil interno de cliente. No suele implicar un procedimiento judicial, pero sí puede afectar a tu relación con la entidad.
Más de 30 días sin pagar
Un retraso superior a 30 días es mucho más serio. El banco puede considerar que existe riesgo de impago, y además de los intereses y comisiones, es posible que empiece a comunicar tu situación a la CIRBE (Central de Información de Riesgos del Banco de España). Esto afectará a tu reputación financiera.
Plazos legales para ejecutar la hipoteca
Gracias a las reformas hipotecarias de 2019, el banco no puede iniciar la ejecución hipotecaria hasta que se acumule un número mínimo de cuotas impagadas:
- Primera mitad del préstamo: al menos 12 mensualidades o un importe equivalente al 3 % del capital concedido.
- Segunda mitad del préstamo: al menos 15 mensualidades o un 7 % del capital concedido.
Esto significa que, legalmente, no se puede perder la vivienda por uno o dos meses de retraso, pero sí tendrás consecuencias económicas desde el primer día.
Qué hacer ante un retraso o impago
Si prevés que no podrás pagar tu hipoteca a tiempo o ya llevas unos días de retraso, lo peor que puedes hacer es quedarte de brazos cruzados. Actuar rápido puede evitar problemas mayores.
- Contacta con tu banco: la comunicación es clave. Explica el motivo del retraso (un ingreso pendiente, un gasto inesperado) y ofrece una fecha de pago. Muchas veces basta con este compromiso para que no se generen tensiones.
- Solicita una carencia: si tu problema es temporal, puedes pedir una carencia parcial o total durante algunos meses. Esto te permitirá pagar solo intereses o incluso suspender cuotas, aunque puede alargar el préstamo y encarecerlo a largo plazo.
- Revisa tu contrato: asegúrate de cuáles son las comisiones y condiciones exactas que se aplican en caso de retraso.
- Evita la acumulación: pagar lo antes posible es fundamental. Cada día que pasa, los intereses de demora aumentan.
- Busca asesoramiento financiero: si crees que el retraso puede convertirse en impago recurrente, consulta con un asesor para analizar alternativas como la reunificación de deudas o la renegociación de la hipoteca.
La clave está en actuar con rapidez y transparencia: los bancos prefieren un cliente que da la cara y busca soluciones a uno que desaparece y acumula impagos.